Saltar al contenido
Lorena S. Gimeno

Epístolas del recluso y la herida #6

Anteriormente en Epístolas del recluso y la herida

Calista de Mines, hija de un dictador ejecutado por el bien del país, está embarazada de uno de sus agresores, Jean (también llamado 637) y ha decidido ponerse en contacto con él mediante cartas.

Por su parte, Jean está cumpliendo condena por sus crímenes de guerra y la noticia de que va a ser padre lo deja aterrorizado. Sin embargo, puede que los recuerdos de Calista sobre esa fatídica noche calmen sus pesadillas.

Prisión central de la república, 28 del II del año 1

Me he cansado del saludo pero hola.

   Cuando he leído que te gustaba lo primero que he pensado es que si me lo hubieras dicho las cosas podrían haber sido diferentes. Seguramente no te habría dado la respuesta apropiada porque eres menor pero te habría dicho que, cuando te graduaras, podríamos ser algo más que conocidos o amigos. Soy muy torpe para estas cosas y me doy cuenta de que aún no puedo considerarme un hombre.

   Mientras te escribo estoy mirando tu fotografía. No te recordaba tan feliz. La última vez que te vi estabas llorando y gritando pero ahora estás muy guapa. Me gusta poder recordarte así ahora. ¡Sí que se te nota! Siempre has sido una chica muy delgada y menudita y temo por ti al pensar en tu barriga dentro de unos meses si ahora ya se te ve así. ¿De verdad estarás bien?

   Me pregunto cómo lo has hecho para que las cartas lleguen tan rápido. ¿Crees que podrías explicármelo? Lo cierto es que yo no puedo contarte muchas cosas sobre mí ahora y si comparo mis cartas con las tuyas me siento mal porque parece que no quiera hablarte. Por cierto, no me importa que llames a la cárcel por lo que es. Merezco estar aquí y lo tengo más que asumido.

   Me gustaría poder hacer algo para que no tengas miedo, poder protegeros. Poco a poco la gente se cansará de hablar mal de ti y, aunque no lleguen a saber lo buena persona que eres, puedes estar segura de que no te recordarán y se olvidarán de todo. La gente es así.

   ¿Sabes, Calista? Creo que me ves como si fuera bueno y amable. Pero no soy así y no quiero mentirte. Seguramente no leeré tu próxima carta hasta dentro de mucho tiempo porque voy a hacer algo que, aunque a ti no te guste, me hará sentir mejor. Para no tenerte preocupada voy a decirte que el mundo es un pañuelo y que han metido en esta misma cárcel al tipo que te atracó. El muy gilipollas se jacta de ello para hacer “amigos” y tener cubiertas las espaldas. El pobre no sabe quién soy yo ni lo que le voy a hacer.

   Siento lo que esta carta te pueda hacer sentir pero voy a hacer esto porque eres muy importante para mí, y porque soy una mala persona.

Un pobre chico que no sabe hacer lo correcto,

Jean

← Anterior: Capítulo 5 || Siguiente: Capítulo 7→