Saltar al contenido
Lorena S. Gimeno

Epístolas del recluso y la herida #11

Anteriormente en Epístolas del recluso y la herida

Calista casi pierde a su bebé cuando ve lo que Jean es capaz de hacer. Jean ha sacrificado todo lo que representa su pasado para enmendar sus errores, por sí mismo y por el futuro que desea tener con Calista.  La felicidad de ella cada vez está más lejos y tiene serias dudas sobre cómo va a sobrevivir con un bebé en un mundo donde es odiada por todos. ¿Podrá el buen doctor Paul ayudarla a ser una buena madre? ¿Podrá Jean ver alguna vez a su bebé?

Hospital Marina, 5 del V del año 1

Amado Jean:

Llevo un rato riéndome de tu última carta, casi avergonzada. Creo que mi habitación es mejor que la tuya, aunque igual de aburrida. Últimamente el doctor Paul me lleva a pasear por el ala de maternidad para que haga ejercicio, aunque me veo obligada a ir con un andador porque mis piernas, más huesudas que antes, son incapaces de aguantar el peso de mi barriga.

Por una parte tengo que hacer ejercicio y por otra no me dejan hacer esfuerzos. Ya estoy de casi seis meses y tengo muchas cosas que contarte, como los dolores que me producen las patadas o mis antojos de peras. También me han dicho que ha habido una serie de cambios estructurales en el gobierno, por lo que las cartas van más lentas.

Me han asignado una nueva enfermera, del extranjero, y como no sabe quién soy es muy buena conmigo. Me está dando muchos consejos y me habla sobre su país natal, donde nadie sabe nada de mí y donde puede que podamos cuidar juntos de nuestro bebé.

Ahora que sé que parte de la riqueza de mis padres (la que se ha salvado tras devolver todo lo que había sido robado, los intereses y el arte en general), me permitirá vivir un tiempo sin tener que trabajar, he decidido emplear a Lena, la enfermera extranjera, para ayudarme los primeros años. Es la hermana mayor de cinco hijos y siempre ha cuidado de sus hermanos porque sus padres trabajaban, así que me puede explicar muchas cosas y responder a todas las preguntas que tengo y se me hacen día a día. Es una chica muy simpática y servicial, casi como una amiga, como la hermana mayor que no he tenido jamás.

Ojalá pudieras estar aquí a mi lado, o pudiera ir a visitarte, pero no creo que pueda salir a la calle, de momento. Tengo demasiado miedo aún y Lena me esconde cada vez que vienen visitantes a ver a otras madres. Dice que es por mi protección, pero creo que lo hace porque el doctor Paul se lo ha ordenado. El otro día los vi hablando y se miraban como dos recién casados. ¿Sabes tú algo de eso? ¿Crees que soy una chismosa? Creo que me estoy aburriendo más de lo normal.

En cuanto al bebé… Paul estuvo a punto de decirme el otro día si va a ser niño o niña, pero Lena lo detuvo con una sutil patada en el tobillo (estoy segura de que entre ellos hay algo). De salud está bien y no hay peligro de que vuelva a tener pérdidas, pero ya me tienen programada la cesárea para cuando cumpla los nueve meses. Patalea mucho y está previsto que pese entre dos y medio y tres quilos. Paul me hizo una ecografía ayer de esas que son en color y nuestro bebé va a tener los ojos marrones. Cuando lo vi, casi me pongo a llorar, así que te mando una foto también.

Creo que olvidar el pasado es algo que nos puede ir bien a los dos. Eso y las medicaciones que nos hacen ver la vida de otro modo.

Una futura mamá un poco más tranquila,

Calista

← Anterior: Capítulo 10 || Siguiente: Capítulo 12→